Desde el Vaticano
Necesitamos una mirada materna para afrontar el futuro, dijo el Papa en la primera misa del año nuevo
En la primera misa del Nuevo Año, que celebra a María como madre de Dios, el Papa Francisco ha advertido este martes en la basílica de San Pedro que «en la vida fragmentada de hoy, donde corremos el riesgo de perder el hilo, el abrazo de la Madre es esencial».
Martes, 1 de enero de 2019
En tono serio, ha lamentado que « hay mucha dispersión y soledad a nuestro alrededor. El mundo está totalmente conectado, pero parece cada vez más desunido». En un clima intimista, el Papa ha comentado en su homilía que «para la fe es esencial la ternura, esa palabra que algunos quieren borrar del diccionario», y ha asegurado que junto «a la Madre de Dios, nunca se pierde el centro, porque María jamás se señala a sí misma, sino a Jesús y a los hermanos, porque María es Madre».
Con evidente preocupación por el panorama actual, Francisco ha advertido que «un mundo que mira al futuro sin mirada materna es miope. Podrá́ aumentar los beneficios, pero ya no sabrá́ ver a los hombres como hijos. Tendráá ganancias, pero no serán para todos. Viviremos en la misma casa, pero no como hermanos».
Según el Papa, «la familia humana se fundamenta en las madres. Un mundo en el que la ternura materna ha sido relegada a un mero sentimiento podrá ser rico de cosas, pero no de futuro». En un contexto mas teológico, el Santo Padre ha afirmado que «nosotros entendemos mejor el amor divino, que es paterno y materno, viéndolo como el de una madre que nunca deja de creer en los hijos y jamás los abandona». Y ha insistido en que Dios «nos ama independientemente de nuestros errores, de nuestros pecados, de cómo hagamos funcionar el mundo. Dios cree en la humanidad, donde resalta, primera e inigualable, su Madre».
Según Francisco, cuando en una familia o una sociedad se olvida el afecto materno, muchos de sus miembros «viven enfadados e indiferentes a todo. Cuántos, lamentablemente, reaccionan a todo y a todos, con veneno y maldad». Reflejando un problema galopante en la política internacional, el Papa ha afirmado que «en ocasiones, mostrarse malvados parece incluso signo de fortaleza. Pero es solo debilidad. Necesitamos aprender de las madres que el heroísmo está en darse, la fortaleza en ser misericordiosos, la sabiduría en la mansedumbre».
El Santo Padre ha comentado también la importancia de saber asombrarse ante el amor y ante la vida, y ha subrayado que «también la Iglesia necesita renovar el asombro de ser morada del Dios vivo, Esposa del Señor, Madre que engendra hijos. De lo contrario, corre el riesgo de parecerse a un hermoso museo del pasado. De ser una Iglesia-museo». Para evitarlo es necesario tener presente que María «lleva a la Iglesia la atmósfera de casa, de una casa habitada por el Dios de la novedad. Acojamos con asombro el misterio de la Madre de Dios, como los habitantes de Éfeso en el tiempo del Concilio. Como ellos la aclamamos ‘Santa Madre de Dios’».
Poco después, durante el rezo del Ángelus con decenas de miles de fieles reunidos en la plaza de San Pedro, el Papa ha recordado que el uno de enero es la Jornada Mundial de la Paz, que este año tiene como lema «La buena política está al servicio de la paz». Añadiendo una nueva reflexión al detallado mensaje que publicó el pasado 6 de noviembre, Francisco ha invitado a «no pensar que la política está reservada solo a los gobernantes: todos somos responsables de la vida de la ‘ciudad’, del bien común. La política es buena en la medida en que cada uno hace su parte al servicio de la paz».
Y ha concluido la plegaria pidiendo que «por la intercesión de la Virgen María, el Señor nos conceda ser artesanos de paz cada día del nuevo año». Muchos países lo necesitan a gritos.Martes, 1 de enero de 2019