Aniversario
A 43 años de su muerte, Perón es aún la gran influencia de la política argentina
Martín Caparrós, Horacio González, Rafael Bielsa, Marcos Novaro, Pacho O’Donnell, Rodolfo Sidicaro y Carlos De Angelis respondieron a PERFIL sobre la vigencia de las ideas peronistas.
Helman, Pablo
Pablo Helman
Sábado, 1 de julio de 2017
Preguntas
1¿Qué significa en pleno 2017 ser peronista? ¿Sigue teniendo sentido esa definición?.
2¿Cuál es el político argentino más parecido a Perón? Si no lo hubiera, ¿cuál es el político argentino más peronista?
3¿Cuál fue, a su juicio, el principal legado de Perón?
4Mucho se discute acerca de la ideología de Perón y el peronismo, ¿se lo puede comparar con alguno de los partidos o movimientos de la actualidad, tanto en la Argentina como en el mundo?
En los últimos años, todos, todos los políticos con poder en la Argentina, salvo Fernándo de la Rúa, fueron acusados de tener por lo menos algo peronista. Aún el gobierno actual, que parece alejado del populismo, tiene como presidente a alguien que tuvo incluso afiliación política en el Partido Justicialista, como Mauricio Macri. Aquello de Osvaldo Soriano, acerca de un panperonismo identitario, “nunca estuve en política, siempre fui peronista”, parece también recorrer a la sociedad no política. Sin embargo, vistas de lejos, las ideas de Perón no son similares a las expresadas de un lado y otro de la grieta. ¿O sí? PERFIL le hizo el mismo cuestionario a ocho intelectuales que pensaron la cuestión de Juan Domingo Perón y el peronismo acerca de cómo llega el pensamiento del “general” a nuestros días. ¿Cuánto del peronismo histórico, del legado de Juan Perón es parte de la realidad actual? Por la negativa o por la positiva, todos los entrevistas coinciden en que es mucho Martín Caparrós, “Un militar medio facho medio tramposo ya no se lleva”.
1. Sí, claro. Tiene el mismo sentido que ha tenido en los últimos 35 años: una organización dedicada a preservar el poder de sus miembros.
Que, para ese noble fin, están dispuestos a ser y hacer lo que sea necesario: socialdemócratas, nacionalistas, neoliberales, populistas –y siguen firmas. Aunque todos coinciden en algo: han dejado de lado la figura de Perón. Se ve que no les resulta del todo cómoda.
No me extraña: un militar medio facho medio tramposo es una máscara que ya –o todavía– no se lleva.
2. Creo que en este momento el político argentino más parecido a Perón es Jorge Bergoglio: alguien que trata de decirle a cada uno lo que quiere escuchar, que quiere conciliar al ratón con el queso, que dice que hace pero casi nunca hace lo que dice. El mejor heredero del general, su gran discípulo.
3. Esta Argentina, ¿le parece poco? Pero, claro, no fue el único: todos colaboramos en producir uno de los grandes fracasos mundiales del último siglo.
4. Creo que se lo puede comparar con casi todos: los partidos mayoritarios argentinos comparten con el peronismo esa ideología que consiste en hacer cualquier cosa por el poder, subordinarlo todo a la conservación del poder. Es, actualizado, lo que yo solía llamar la “democracia encuestadora”: este mecanismo por el cual los partidos ya no tienen programas y propuestas propias, sino que intentan conseguir votos guiándose por lo que los encuestadores les dicen que “la gente” quiere. Pura acomodación, más puro oportunismo. Esa, claro, es la lección del peronismo, y la elección de todos los demás.
Horacio González: “Vivió tembladerales mucho más hondos de los que hubiese querido”.
El sociólogo optó por sintetizar en una única respuesta todo el cuestionario: “El peronismo es una memoria antes que una forma partidaria. Si subsiste es por aquella, no por esta. Cualquier identidad política resguarda antes que nada los episodios de su leyenda, que fundalmente se atienen a los rasgos básicos de los ascensos y caídas, lo que lógicamente lleva a una idea cíclica del tiempo, el deseo que se reiteren los tiempos del inicio. Decirse o considerarse peronista hoy supone tomar uno o varios de los fragmentos de esa memoria, y transmitirlos con las libertades que toda leyenda identitaria permite -lo que los historiadores siempre podrán corregir- y también significa la invocación de símbolos, emblemas y canciones en efemérides políticas o electorales. En este último caso, debido a la discusión general sobre los simbolos identifcatorios, la oponión sobre esos signos originarios siempre esrará en creciente discusión.
Perón es producto de una relectura de los episodios que llevaron a las segunda guerra mundial, llamó revolución a sus actos, para significar que aminoraba los alcances del término para seguir utilizándolo en beneficio de sectores postergados. No es repetible su caso, el de un hombre de orden que vivió en tembladerales mucho más hondos de lo que hubiera querido. Su moral era la de los estoicos -a los que había leído- pero con porciones indudables de la picaresca del Martín Fierro, en su parte menos trágica. Los lìderes actuales surgen de distintas interpetaciones del nuevo universalismo tecnológico financiero, y por eso los que recogen la tradición peronista piensan en hipótesis posibles para desconectarse de los modos más drásticos de la globalización, y sus antagonistas -hoy gobernando la Argentina- son líderes sin dramatismo, pues para practicar réplicas fieles del alud globalizador, no se precisa citar a Plutarco o a Jenofonte, como hacía Perón.
Rafael Bielsa: “La convicción de que las banderas históricas pueden prevalecer”
1. Ser peronista es la convicción de que las tres banderas históricas, soberanía política, independencia económica y justicia social pueden prevalecer por fin en nuestro país.
2. El más parecido fue Néstor Kirchner. Políticos argentinos peronistas, parafraseando a Perón, somos todos.
3. La conciencia de que no es obligatorio aceptar como dádiva lo que corresponde como derecho. Recuerdo una viñeta con forma de pintada aparecida en el periódico “La Voz”: “Las Malvinas son argentinas, y la Argentina también”. En fin, eso.
4. El propio hecho de la discusión es síntoma de que las comparaciones además de odiosas son reduccionistas.
Pacho O Donnell: “El populismo es el mejor sistema ante el fracaso del marxismo”.
1. Significa que en el persistente e inevitable conflicto de intereses entre dominantes y dominados tomar partido por éstos últimos a través del populismo, la forma más benéfica del capitalismo.
Históricamente, Juan Manuel de Rosas. Lo supo bien el golpismo oligárquico de 1955, que hablaba de Primera y Segunda Tiranías con mayúsculas.
2. La impronta de Perón y su propuesta omniabarcativa hace que todos los políticos argentinos tengan algo suyo, sincero o fingido. Hasta Macri. Pero Perón es irrepetible, por lo bueno y también por lo malo.
Nadie tiene su capacidad de aciertos y errores inmensos.
3. La convicción de que todos somos responsables del infortunio ajeno y que es nuestra obligación ocuparnos de ello.
4. El peronismo es un movimiento típicamente populista y se emparenta, en mayor o menor medida, con todos los gobiernos de ese tipo. Es decir, un sistema político imperfecto pero el mejor ante el fracaso del marxismo. La justicia social ejercida de arriba hacia abajo por un gobierno unipersonal, vertical, con sesgos autoritarios inevitables debido a que la configuración social, política, económica, cultural y sobre todo legislativa es una sólida construcción conservadora a favor de los privilegiados intereses dominantes que se resiste a todo cambio por superficial que sea.
Marcos Novaro: “El sindicalismo es el principal legado del peronismo”.
1. Creo que sigue teniendo sentido. El sentido de expresar un partido popular, el partido de los pobres. Más allá del policlasismo, es una de sus características centrales. Otro elemento es la estabilidad. El peronismo conserva ese rasgo estable, que no cambian.
2. El peronismo además de ser un partido de los pobres, también es el de la puesta en escena. Desde esa mirada, digamos que Cristina Fernández de Kirchner en este sentido es una figura
muy peronista. Pese a que ella lo detesta, que se refirió a él como un viejo infame. Más ahora, con la Unión Ciudadana, que es una enorme puesta en escena. Es lo que es.
3. La estructura sindical. Una estructura muy sólida, muy estatificada y unificada, que ha resistido a dictaduras, al menemismo y que, sin embargo, tiene muy en claro cómo son sus propias reglas de subsistencia. Una estructura enormemente versátil, que no negocia lo que existe para sobrevivir. Es un fenónemo bastante particular en la región y casi único en el mundo.
4. La excepcionalidad argentina es una discusión sin sentido. La Argentina no es tan excepcional. En el mundo existen varios artidos dominantes con base popular. Un ejemplo es Rusia Unida o el Partido del Congreso indio. Son partidos policlasistas, de ideología indefinida y que han ganado elecciones, compiten en democracia, más allá de otros de sus rasgos.
Ricardo Sidicaro: “Un conjunto de recuerdos que siguen dividiendo a los Argentinos”.
1. El peronismo del ’45 fue una identidad colectiva que en el transcurso de una década fue perdiendo su unidad y en el ’55 lo desalojaron del gobierno sin que opusiera mayores resistencias. En 1973 predominaron las divisiones y las luchas por la sucesión de Perón y, sin unidad y con un Estado desorganizado, ninguna facción pudo gobernar. La derrota electoral de 1983 llevó a las divisiones que le permitieron acceder al gobierno a Carlos Menem cuyo proyecto se situó en las antípodas de la tradición peronista. En las elecciones de 2003, las dirigencias justicialistas se enfrentaron electoralmente y llegó al gobierno la que concitó menos sufragios de origen peronista. Las sociedades, al igual que las personas, son historia acumulada y en 2017 hay tantos peronismos que el término perdió socialmente significado.
2. Perón fue el resultado de su educación militar, donde aprendió a conducir, de la existencia del Estado Intervencionista creado en la década del ’30 que fue el locus que inspiró su proyecto inicial gobierno, de la movilización de las clases populares en vías de integrarse al sistema político, del apoyo de la Iglesia católica y de las condiciones económicas que permitieron con relativo éxito alcanzar una cierta “comunidad organizada” Ninguna de las condiciones mencionadas: personales, estatales, sociales, eclesiales o económicas existen hoy. Perón emergió como caudillo de una sociedad sólida, diríamos con conceptos de Bauman, y hoy vivimos en sociedades líquidas en las que las emociones colectivas se encuentran sólo en los mundiales de fútbol y los líderes políticos con convicciones se los expone en los museos de cera.
3. Haber dotado sin buscarlo de un conjunto de recuerdos que siguen dividiendo las opiniones políticas de quienes prefieren discutir sobre el pasado por temor a hablar sobre el futuro.
4. De lo anterior surge que lo que puede llamarse la ideología de Perón y del peronismo fundador pertenece a una época totalmente distinta a la actual. Los parecidos de familia con partidos o movimientos actuales de la Argentina o el mundo los pueden encontrar quienes leen los programas de fuerzas electorales de tipo atrápalo-todo que, en general, son escritos por especialistas en márketing político y resultan inadecuados para gobernar la complejidad de la presente etapa de la modernidad occidental.
Sergio Bufano: “Ninguno está a la altura de la astucia y de la versatilidad de Perón”.
1. Definirse como peronista es sencillo; basta decir “soy peronista”. Pero qué peronismo, ¿el de Aníbal Fernández o el de Pichetto? ¿El de D´Elía o Randazzo? Es tan amplio el término que abarca a personajes como el general Milani y Ernesto “Nabo” Barreiro, represores juzgados por crímenes de lesa humanidad que se declaran peronistas. Y efectivamente lo son, porque es una identidad tan etérea como caprichosa. ¿Cristina es peronista?
2. No creo que exista un político parecido a Perón. Ninguno está a la altura de su astucia y su versatilidad,
3. Hay dos legados de Perón: la reivindicación de la justicia social que contribuyó para que los trabajadores vivieran más dignamente. El segundo legado es que nada es más importante que el poder. Y hay que obtenerlo a toda costa, más allá de principios, ideologías, propuestas políticas, convicciones éticas o morales.
4. El peronismo solo puede ser comparado con los múltiples peronismos: el de Menem es peronismo riojano; el de Rodriguez Saa es peronismo puntano; el de Capitanich es peronismo chaqueño. Alperovich es peronismo tucumano. Y recordemos a los barones del conurbano que son duhaldistas, kirchneristas, sciolistas, aldo riquistas, etc. No existe, en el planeta, algo equivalente al peronismo. Somos famosos por eso.
Carlos de Angelis. “Menem, Duhalde y Néstor Kirchner tuvieron rasgos equiparables”
1. Ser peronista hoy significa todo y significa nada. Es ser parte de la rebelión y parte del partido del orden. El peronismo ser resignifica en cada peronista. Porque el peronismo es una identidad cultural que se mezcla en el ADN argentino que, cada tanto, toma dimensión política.
Es una anti-definición, porque peronismo es mutación y adaptación, lo que explica su perseverancia por fuera de sus mitos constitutivos. Desde el peronismo de las 20 verdades, hasta el “cada peronista lleva en su mochila el bastón de mariscal” indica el traspaso de un movimiento moderno a otro posmoderno, que se explica más por el I Ching que por los manuales de Ciencia Política. El peronismo tiene como tarea romper el status quo vigente y esto lo puede hacer tanto estatizando empresas privadas como impulsando al dólar como moneda oficial. Por eso no hay definición fija, va cambiando de acuerdo al ritmo de los tiempos.
2. Carlos Menem, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner, cada uno en su momento adquirió rasgos equiparables a algún Perón, combinando el peronismo duro del 45 a 52; con el Perón ultrapragmático de los años de exilio, que podía pasar de acordar con Frondizi y Vandor a “encomiar” todo lo actuado por las “formaciones especiales”, es decir la guerrilla.
3. El principal legado de Perón, el que sintetiza a mi criterio todo su accionar, es que lo fundamental para Argentina es mantener la integración social. A falta de un proyecto integrador por parte de las clases dominantes, el peronismo siempre buscó compensar la estructura económica argentina, que tiende a la concentración absoluta con algún modo de “redistribución del ingreso” como se diría actualmente. Esto lo marcó como “el hecho maldito” y generó mil conflictos a lo largo de la historia argentina contemporánea.
4. El kirchnerismo fue un peronismo actualizado a las condiciones de los primeros años del siglo XXI, con una diferencia central: el desplazamiento de su “columna vertebral” de los obreros a los pobres.
Ese rasgo es muy marcado en Cristina Fernández de Kirchner que conduce a una modalidad de peronismo rechazando los cánones constitutivos de ese movimiento. Este cambio de época también marcó un cambio de política: desde la industrialización intensiva de los primeros años del peronismo (los más grandes recordarán los productos Flor de Ceibo) a la construcción del Estado Subsidiador, tomando la renta del campo y de los sectores de mayores ingresos (incluso trabajadores).
Sábado, 1 de julio de 2017