Martes, 22 de Abril de 2025
22/04/2025 11:35:30
Conclusiones de un ensayo que duró cuatro años, en el que participaron 34 mil personas
Mantener a raya la hipertensión arterial reduce el riesgo de demencia

Controlarla de manera periódica y seguir hábitos saludables no solo protege al corazón, sino también al cerebro del deterioro cognitivo. Esa es la conclusión a la que llegó un estudio realizado en China y publicado en la revista Nature Medicine.

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Martes, 22 de abril de 2025

Según una nueva investigación difundida en la revista Nature Medicine, controlar y disminuir la hipertensión arterial (HTA) reduce el riesgo de demencia y deterioro cognitivo. El trabajo, liderado por especialistas del Centro Médico Southwestern (de Texas, en Estados Unidos), se basa en un ensayo clínico de fase III del que participaron 34 mil personas de 40 años o más que habitaban zonas rurales de China. El aporte es útil porque insiste en la necesidad de realizar monitoreos periódicos de la presión arterial, sobre todo, en pacientes con hipertensión. De esta manera, proteger al corazón también es proteger al cerebro.

La hipertensión arterial se produce por el aumento, sostenido en el tiempo, de la fuerza que ejerce la sangre sobre las arterias. En general es asintomática y puede redundar en infartos y accidentes cerebrovasculares. En los últimos años, cada vez hay más evidencia científica que relaciona la HTA con el deterioro cognitivo. El riesgo es palpable: 1280 millones de personas sufren de hipertensión en el mundo, es decir, uno de cada tres adultos.

En este avance divulgado en la prestigiosa revista científica, compararon a personas con hipertensión no tratada y tratada durante 48 meses. En efecto, hallaron que el primer grupo enfrentó un 42 por ciento más de riesgo de contraer demencia a lo largo de su vida. De las 34 mil voluntarias que formaron parte del ensayo, la mitad recibió medicación contra la hipertensión, control domiciliario de la presión y fue invitada a modificar el estilo de vida (recibió consejos, por ejemplo, para limitar el consumo de alcohol y de sodio en las comidas). La otra mitad la constituyó el grupo control, es decir, personas a las que solo se les midió la tensión en un centro sanitario.

Para poder llevar adelante las pruebas, el equipo de EE.UU. contó con la ayuda de “médicos de aldea”, es decir, profesionales comunitarios, pero sin formación médica que contribuyeron a controlar la presión arterial a los miles de voluntarios que pertenecían a 163 zonas rurales chinas. El ensayo, que se prolongó durante cuatro años, demostró que aquellos individuos a los que se les controlaba la hipertensión de manera rigurosa lograban acotar el riesgo de demencia por cualquier causa en un 15 por ciento y el deterioro cognitivo en un 16 por ciento.

Las poblaciones que habitan países de ingresos medios y bajos son, a nivel global, las más susceptibles a afecciones relacionadas con el deterioro cognitivo. Por este motivo, complementar este estudio en otras sociedades más allá de la china puede arrojar pautas para comprender la relación entre hipertensión y demencia. A su vez, puede estimular la ejecución de políticas que invitan a cambiar el estilo de vida. Estimular una dieta sana y ejercicios físicos de forma habitual, desde una perspectiva integral, puede servir entonces para prevenir la hipertensión y también evitar problemas de salud mental.

Un estudio como este sugiere que controlar la hipertensión arterial puede tener un impacto decisivo en limitar el aumento de los casos de demencia y deterioro cognitivo a nivel mundial.

Cada vez más evidencia
El año pasado, un metaanálisis difundido en la revista Neurology, analizó datos de 31 mil personas con una edad media de 72 años procedentes de 14 países: Alemania, Australia, Brasil, China, Corea, España, Estados Unidos, Francia, Grecia, Italia, Japón, Nigeria, República del Congo y Suecia. Lo hizo durante cuatro años y arribó a conclusiones que marchan en la misma línea del artículo publicado este lunes. Los individuos con hipertensión no tratada presentaban un riesgo un 110 por ciento mayor de demencia vascular, la segunda forma más común de demencia después de Alzheimer, en comparación con las personas sin hipertensión, y un riesgo un 71 por ciento mayor en comparación con las personas con hipertensión tratada.

En 2024, una investigación publicada en la revista The Lancet indicaba que no tratar la hipertensión arterial constituía uno de los 14 factores de riesgo que explican la mitad de los casos de demencia en todo el planeta. En el presente, se calcula que existen 60 millones de personas que tienen demencia y que ese número se incrementará a 153 millones a mediados de siglo. La Organización Mundial de la Salud estima que casi la mitad de las 1280 millones de personas con hipertensión ni siquiera sabe que la padece.

Si bien no se puede establecer una correlación entre hipertensión y demencia --pues esta condición mental se dispara por mecanismos muy complejos-- se vuelve necesario comenzar a contemplar el vínculo entre ambos aspectos, en la medida en que la hipertensión constituye un riesgo añadido para el deterioro cognitivo.

Vida sana, la mejor estrategia
Aunque la hipertensión no puede curarse en la gran mayoría de los casos, sí es posible controlarla a partir de medicamentos. Los pacientes deben tomarlos durante toda la vida y estar en contante diálogo con el médico de confianza, que realizará los ajustes necesarios. Bajo esta premisa, la cantidad de pastillas y las dosis se orientarán a cumplir con el objetivo de mantener la presión en los valores recomendados (menos de 140/90 mmHg).

Además de la medicación, los profesionales de la salud invitan a reducir el peso corporal si el paciente tiene sobrepeso u obesidad; a limitar el consumo de alimentos ricos en sal y suprimir el uso de sal de mesa (estimulan su reemplazo por otros condimentos); a evitar el consumo de embutidos, procesados y caldos, así como de bebidas alcohólicas. El esfuerzo en el consumo de una alimentación adecuada debe acompañarse de actividad física 30 minutos de veces en cada jornada, todos los días. Lo de siempre: moverse para que la cosa cambie.


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